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martes, 29 de abril de 2008

Encrucijadas...

Encrucijadas. Aparecen a lo largo de nuestra vida una y otra vez de manera aleatoria en los momentos menos esperados. Nos vemos obligados a elegir un camino en favor de otro o de varios otros y no sabremos si ese camino era el correcto hasta después de haber recorrido cierta distancia. Unas veces podremos desandar este camino y volver al punto de partida, optando por una de las otras posibilidades, pero ¿cómo sabemos que de verdad tenemos que decidirnos por uno de esos caminos y no debemos quedarnos en ese punto al que hemos llegado? ¿Es correcto seguir adelante por una de esas vías y hacernos daño a nosotros y hacer sufrir a otros? Cuatro caminos… El primero me lleva a un lugar donde de seguro viviré siempre añorando lo que nunca sucedió, mirando unos ojos que no me mirarán, unos labios que no me besarán, unas manos que no me tocarán… El segundo lleva a un punto incierto, dónde no sé qué puedo encontrar ahí, o mejor dicho, sé a quién voy a encontrar, pero no lo que voy a conseguir después. Un camino con un desenlace incierto que puede terminar en la gloria o puede acabar en precipicio… El tercer camino me lleva a un lugar al que quiero ir, en el que hay alguien que me espera al final de todo, pero no tengo seguridad de querer quedarme ahí por mucho tiempo. No sería justo para mí quedarme por no hacer daño a la otra persona, y no sería justo para la otra persona que yo llegase con esperanzas y me fuera arrebatándoselas… Cuarto camino… Está justo detrás de mí. Puedo desandar mis pasos hasta llegar a la anterior encrucijada y elegir un camino diferente a este que tanto me ha costado terminar. O puedo quedarme aquí, mirando a todo y a nada, esperando sacar algo en claro y elegir luego hacia dónde he de andar. Ayúdame tú… ¿Voy hacia ti o sigo pensando cual será mi próximo paso?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces siempre es mejor tirar hacia delante, hacia donde el viento nos lleve que no pararse a contemplar el paisaje... Las opciones son múltiples, pero los desenlaces a su vez son aún más numerosos; como comprenderás esto no es un río en el cual llegan a parar todos los meandros, sino una via principal por la que se bifurcan secundarias, y es así donde reside el encanto de la vida, de lo incierto.

Volver atrás nunca suele ser la opción correcta, aunque quién sabe, nunca nadie nos ha dicho si el camino de la felicidad es desandar lo andado y no recorrer lo que nos queda de camino sin saber lo que va a pasar...